El ajedrez estimula el pensamiento abstracto y la creatividad. Establece un puente con otras acciones de carácter abstracto como leer o como razonar operaciones matemáticas.
El ajedrez canaliza o sublima el instinto agresivo del educando. El chico debe estar sentado frente a una mesa, respetar las leyes del juego y al adversario. Promueve así la civilidad del individuo.
Se combina y complementa con los deportes físicos.
Ejercita la función lúdica del individuo.
Analizar la partida jugada con el adversario implica un grado de sociabilidad inteligente.
Crea un ámbito de silencio e introspección.
Obliga a la toma de decisiones.
Exige previsión y cálculo
Una regla básica del juego es “pieza tocada, pieza movida” es decir, pensar antes de actuar. Un tópico indispensable para la vida.